Los números no siempre CANTAN

Los números no siempre CANTAN

Los números no siempre CANTAN

Las personas son más que un número

En español existe la expresión “números cantan” (que podría ser equivalente al inglés “numbers speak for themselves”) para indicar que los números son algo objetivo, lógico e irrefutable. Puedes adornar muchas cosas con palabras o argumentos, pero, al final, son los números los que reflejan la realidad. ¿Seguro?

Evidentemente, los “números” son importantes porque nos permiten una aproximación más objetiva a una realidad, pero tienen una barrera: nos hacen perder de vista que la realidad es mucho más compleja que un número. Que un número no es más que una simplificación que puede ser debida a muchísimas circunstancias.

Incluso en aspectos que en teoría son más objetivos, como las cifras de ventas, los números son discutibles.  La cifra de ventas en este territorio es más baja que en aquel otro, eso es indiscutible.  ¿Son comparables los dos territorios? ¿Tienen el mismo poder adquisitivo? ¿Hay más o menos competencia? ¿Se han dedicado los mismos recursos? Números cantan…hasta cierto punto. Porque si no analizamos con una profundidad mayor, no vamos a entender demasiado lo que nos quieren transmitir.

Pensemos ahora en la evaluación de personas, algo que ya de partida es mucho más volátil que las cifras de ventas. Centrémonos en la evaluación de competencias, que es la más utilizada universalmente. La inmensa mayoría (por no decir todos) de los instrumentos utilizados para evaluarlas, sean del tipo que sean, arrojan finalmente un valor numérico, un “nivel” competencial. La escala puede variar, aunque habitualmente son escalas de 1 a 5. Y luego muchas organizaciones llegan hasta obtener una puntuación final que engloba todas las competencias evaluadas.

Esto es útil, porque da una información resumida y fácilmente comprensible, que permite comparaciones rápidas. Pero no olvidemos una cosa.El enfoque de competencias no está hecho para esto. La idea de las competencias es medir conductas, con lo cual busca una evaluación mucho más cualitativa: lo que la persona hace o no hace. Es a posteriori, cuando la necesidad de las empresas por tener una información más operativa y tomar decisiones rápidas se impone, cuando se crean escalas cuantitativas de nivel de competencia. No es que esto sea malo (si se hace bien, cada nivel de competencia describirá una serie de conductas), pero hemos de ser conscientes de que estamos “comprimiendo” la información y reduciéndola a su mínima expresión: un número. Las personas no son un número. Las personas son variables según las circunstancias, el estado de ánimo, la motivación, etc. 

Un número es, casi por definición, algo “exacto”. Pero las personas no son “exactas” y por tanto la evaluación de personas no puede ser una ciencia exacta, por muchos números que queramos ponerle. De hecho, a veces hay tantos números y tantos equilibrios numéricos que la información acaba perdiendo todo el sentido, convirtiéndose en un conjunto de cifras donde cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Los números cantan, cierto en buena parte. Me pueden dar la letra de la canción, pero falta el acompañamiento, la melodía, la armonía y todo lo que crea la pieza. Me pueden informar de la posición relativa de una persona con respecto a un grupo y, cuando tengo que tomar una decisión muy rápida ante una selección masiva, por ejemplo, puedo utilizarla como referencia. Pero debo entender que esa posición es relativa, nunca exacta, y que hay muchos más aspectos en los que será necesario profundizar si quiero tener una evaluación más rica, profunda y realista.

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