El instinto de los elefantes
Un alerta a la utilización de conceptos misteriosos en los procesos de reclutamiento
Laszlo Bock, antiguo vicepresidente de RRHH de Google, comenta en un artículo que los procesos de selección son, en muchas ocasiones, costosos y poco efectivos. Hasta aquí, totalmente de acuerdo.
Según el mismo artículo, Bock sostiene que la causa es que los reclutadores carecen de “instinto para detectar el talento con potencial, que es algo que no se enseña en la universidad ni se detecta en una entrevista”.
Estas declaraciones nos resultan bastante chocantes, ya que la experiencia nos viene a decir exactamente lo contrario: que lo que funciona bien es tener unos criterios de valoración estructurados, sin dejar que el reclutador meta su “instinto”, que es una forma bastante fiable de meter la pata.
Pero me gustaría hacer algunas apreciaciones sobre el tema ya que, lo haya dicho Bock o no, estos planteamientos de “instinto”, “talento” y demás son bastante comunes en nuestra profesión.
Cuando en un trabajo como es el de reclutamiento y selección empezamos a introducir conceptos como “instinto”, “talento” o incluso “arte”, como he visto en más de una ocasión, es cuando las cosas empiezan a ponerse peligrosas. Porque esto parece querer decir que el trabajo del reclutador no se puede sistematizar, sino que depende de una cualidad cuasi mística que permita detectar el potencial (“instinto”).
Si tenemos que trabajar con “instinto”, apaga y vámonos. De las (supuestas) declaraciones de Bock surgen dos problemas: primero, que los reclutadores y evaluadores no tienen la más remota idea de lo que tienen que medir para tener algún predictor de éxito. Me temo que esto es cierto en muchas ocasiones.
El segundo problema es más grave, porque parece deducirse que ese “talento con potencial” es algo tan etéreo que es casi imposible de medir, a no ser a través de ese famoso “instinto” (lo que quiera que sea eso). Aquí es donde hay que parar un momento. Porque si esto fuera así, es evidente que el trabajo de reclutadores-evaluadores no tendría ningún sentido en el 90% de las ocasiones.
Introducir conceptos misteriosos para intentar explicar algo consigue, precisamente, que no entendamos nada . Se sabe hace mucho que los elefantes tienen la capacidad de detectar agua, incluso a gran distancia. Esto puede parecer “magia” (o “instinto”) pero, evidentemente, no lo es. Tiene que haber alguna explicación. Las últimas investigaciones parecen confirmar que son capaces de detectar las ligeras vibraciones que producen en el suelo la caída de los rayos de una tormenta, con lo que pueden encontrar el camino hacia ella. Porque deducen que, donde hay tormenta, habrá agua. Sutil y maravilloso, pero no mágico.
Claro que hay indicadores de potencial. Se llaman CONDUCTAS. Pero, evidentemente, tengo que saber qué conductas estoy buscando. Esa es la base de todo. Y, por favor, dejémonos de “instintos básicos”.