5 Cosas que un entrevistador no debe hacer
- Prejuzgar. Siempre se ha dicho que las decisiones de contratación se toman en los cinco primeros minutos de la entrevista, lo que debería hacernos sonrojar a los que nos dedicamos a este trabajo. Todos nos hacemos una primera impresión de la gente, por eso tenemos que ser muy conscientes de ella…y desecharla. Usted NO tiene un “sexto sentido”. No tiene “poderes”. No puede saber “cómo es una persona de un vistazo”. La única forma de saber es preguntar usando un método sistematizado de preguntas y tratar de ser lo más objetivo posible. Sea consciente de sus prejuicios, y luego deséchelos.
- Hablar mucho. Es cuestión de matemáticas: si usted habla mucho, el entrevistado hablará poco. Y la información que nos interesa la tiene él. Hay entrevistadores que no son capaces de soportar 3 segundos de silencio en una entrevista, con lo cual están permanentemente llenándolo, y al final hablan más que el entrevistado. El silencio debe ser su amigo. Muchas veces, abre un espacio de reflexión y de pausa. Deje que lo llene el entrevistado.
- No escuchar. Algunos entrevistadores están tan preocupados con su propio discurso que no escuchan lo que dice el candidato (¡y para eso están allí!). Están tan atentos a su cadena de preguntas y a lo que tienen que preguntar a continuación que no escuchan las respuestas. Muchas veces esto viene dado por adecuarse demasiado a un guión de entrevista. Las entrevistas tienen que fluir mucho más. La clave es que usted tenga clarísimo QUÉ está buscando. Así, no tendrá que estar tan pendiente de lanzar una u otra pregunta en concreto, sino que será capaz de detectar indicios de lo que busca según se vayan produciendo, y profundizará en ellos.
- Ocultar las intenciones. Muchos entrevistadores tienen una peculiar costumbre: hacen las preguntas de un modo que el entrevistado no pueda averiguar fácilmente sobre qué competencia estoy tratando de obtener información. Piensan que, si soy demasiado claro, esto pondrá sobre aviso al candidato, que le dirá “lo que quiere oír”. ¿Cómo? ¿Es mejor entonces confundir al entrevistado dando rodeos ? De esta forma, hay entrevistas que se convierten en una especie de juego del gato y el ratón. El entrevistado tampoco tiene claro lo que se pretende de él, con lo cual no ofrece la información que necesitamos y está cada vez más inquieto, porque percibe que algo se le escapa. Si quiero saber algo, ¿no es más sencillo preguntar directamente? “Me gustaría obtener algunos ejemplos sobre las conductas que pone en práctica cuando trabaja en equipo. ¿Podría hablarme de alguna situación en la que…?” ¿Cuál es el problema de ser así de claro? Por el contrario en no ser claro y directo en las preguntas genera mucha ambigüedad y distorsiona la calidad de la información aportada.
- Recabar información inútil. Normalmente, las entrevistas son espacios de tiempo muy limitados donde hay que obtener mucha información. Por tanto hay que focalizarlas en lo que interesa. Y lo que interesa son las conductas, las evidencias, los ejemplos. No nos interesa si el candidato “es muy democrático con su gente”, opina que “la delegación es muy importante”, o lo que haría en caso de una guerra nuclear. Las opiniones y las situaciones hipotético-teóricas (¿qué haría usted si…?”) no son conductas, por tanto su valor es muy escaso en una entrevista. Cualquiera puede teorizar u opinar, no obstante, ¿qué es lo que hace en una situación real? Eso es lo que vale.